Historias de éxito en Canadá
Vivir en Canadá y que nos vaya bien... Una familia que emigró por un futuro mejor, un profesional que encontró oportunidades y una estudiante que hizo de Canadá su hogar. Historias reales (o casi)...
Historia de una familia que emigró a Canadá
La historia de la familia Pérez es un claro ejemplo de cómo, con planificación y perseverancia, se puede emigrar a Canadá y construir una nueva vida en el Gran Norte Blanco. Originarios de México, los Pérez siempre soñaron con un futuro mejor para sus hijos. Tras investigar las opciones, se dieron cuenta de que Canadá ofrecía un sistema educativo de alta calidad y oportunidades laborales estables. El padre, un ingeniero con experiencia, encontró un permiso de trabajo gracias a una empresa que valoró sus habilidades. Tras cumplir con los requisitos, la solicitud de residencia permanente fue aprobada. Hoy, los Pérez disfrutan de la seguridad y las oportunidades que Canadá les ha brindado, un testimonio de que establecerse en Canadá en familia es posible y gratificante.
Un profesional que logró trabajar en Canadá
Para Juan, un ingeniero de software colombiano, la idea de trabajar en Canadá siempre fue un objetivo profesional. Consciente de la demanda de profesionales en su campo, Juan invirtió tiempo en mejorar su inglés y obtener certificaciones reconocidas internacionalmente. Su estrategia fue buscar directamente empresas canadienses que patrocinaran permisos de trabajo. Tras varias entrevistas virtuales, una empresa de tecnología en Vancouver le ofreció un puesto. El proceso de solicitud del permiso de trabajo fue complejo, pero con la ayuda de un abogado de inmigración, Juan logró cumplir con los requisitos. Ahora, Juan reside en Vancouver, disfrutando de su carrera y explorando las bellezas naturales de Canadá. Su historia inspira a otros profesionales a emigrar a Canadá como profesional y alcanzar sus metas.
Un estudiante que encontró su hogar en Canadá
María, una joven de España, siempre sintió curiosidad por la cultura canadiense. Decidió estudiar una maestría en Canadá, eligiendo una universidad en Montreal por su reputación académica y ambiente multicultural. Obtener una visa de estudiante fue el primer paso. Al estudiar en Canadá, María no solo adquirió conocimientos valiosos, sino que también se integró a la comunidad local, haciendo amigos de diferentes países. Durante sus estudios, se dio cuenta de que quería vivir en Canadá de forma permanente. Investigó las opciones de inmigración para graduados internacionales y descubrió que su experiencia y educación la hacían elegible para la residencia permanente. Hoy, María es una ciudadana canadiense, trabajando en su campo y feliz de haber encontrado su hogar en Canadá.
Estas historias son muy bonitas e inspiradoras.
Son ficción!
O quizá no son del todo un cuento. Puede ser que se parece mucho a mi propia historia. A a la tuya. O a la historia de alguien que conoces.
O tal vez, es todo lo contrario a las nuestras.
No es simple generalizar y decir que venirse a Canadá es una maravilla… pero tampoco se puede decir que es una pesadilla. Depende de las circunstancias de cada quien.
Sin embargo…
Creo que depende mucho de uno mismo…
Es decir, las circunstancias externas son innegables y para muchas personas, es impensable -por sí solas- cambiarlas.
Al mismo tiempo, en mucha medida depende de mí mismo. Una vez me contaron una historia, afortunadamente la conseguí en facebook… (https://www.facebook.com/groups/559350810942612/posts/2405793752964966/)
Cuenta la historia que en la entrada de un tranquilo pueblecito había un anciano sentado en un banco.
Como ya estaba retirado y era el hombre más viejo del poblado, pasaba el día sentado, saludando a todo el que entraba y salía del pueblecito.
Un día llegó un forastero, se le acercó y luego de saludar preguntó:
-Señor, pienso quedarme a vivir en este lugar, ¿Cómo es la gente de este pueblo?
-Primero dígame usted cómo era la gente del pueblo donde usted vivía, le contestó el anciano
-La gente del pueblo donde yo vivía era chismosa, intrigante, amargados, siempre estaban de mal humor, por eso decidí mudarme
-Ah, caray!, qué casualidad, la gente de este pueblo es así mismo, chismosa, amargada e intrigante, explicó el anciano.
A los pocos minutos estaba entrando a la ciudad otro hombre interesado en vivir en el poblado, quien al ver al anciano se le acercó y le hizo la misma pregunta:
-¿Cómo es la gente de este pueblo?
-Antes de contestarle, dígame cómo era la gente de la ciudad en que usted vivía?
-La gente del pueblo donde vivía era servicial, alegre, trabajadora, honrada, amigable y muy alegre
-¡Así mismo es la gente de este lugar!, dijo el anciano.
Otro hombre que disimuladamente estaba cerca y escuchando las conversaciones, le preguntó al anciano:
-¿Cómo es posible que usted le de dos respuestas totalmente opuestas, diferentes, a una misma pregunta?
-Lo que ocurre es que tanto la amargura, las frustraciones, así como la alegría y el optimismo, son cargas personales y comportamientos que la gente tiene y que llevan a cualquier parte del mundo donde residan, el problema no está en el entorno sino en el corazón de las personas.
Yo creo que la posibilidad de que te vaya bien en Canadá y en cualquier parte depende en gran medida de tí.
Estoy convencido de esto:
“Yo hago la parte humana. Dios hace la parte sobrehumana.”
Mi recomendación en todo es:
Prepárate lo mejor que puedas. Dá el 1000% de tu parte. Y deja el resultado a Dios. Eso es lo que yo haría si tuviera que comenzar de nuevo.
¿Y tú qué piensas es el factor clave para que te vaya bien en Canadá?